Sobre la Apología de Sócrates

Las Acusaciones
Sócrates es llevado a juicio, por las nuevas acusaciones: se lo acusa de corrupción de la juventud, enseñando a los jóvenes a no creer en los dioses reconocidos por la ciudad sino en otras cosas demoníacas  nuevas. 
El punto medular de la acusación de Meleto, es la corrupción a los jóvenes. Sócrates en su defensa, hace caer en el absurdo a Meleto, al punto de hacerle decir que todos los atenientes excepto Sócrates, educan a los jóvenes y los hacen mejores y que sólo Sócrates los corrompe. 
Sócrates se defiende diciendo que él no corrompe a los jóvenes con sus enseñanzas, por lo menos voluntariamente, “si corrompo, [lo hago] involuntariamente” y añade que en ese caso le ley dice se le debe enseñar y reprender en privado.  Por lo que Sócrates, le reprocha a Meleto que ha evitado de tratar con él y enseñarle.  
Al señalar esto, Sócrates pone en evidencia que Meleto no sabe de lo que está hablando y que jamás le ha interesado por la educación de los jóvenes “ni mucho ni poco” dice el filósofo.
Más adelante, Sócrates reafirma su defensa, al indicar que ninguno de los que han escuchado sus enseñanzas, ni sus familiares han presentado ninguna denuncia por corrupción contra él con estas palabras: “Esta es la verdad, señores atenienses y fácil de probar. En efecto, si yo ahora corrompo a unos jóvenes, y yo he corrompido a otros, es necesario que algunos de ellos, que han llegado a viejos, hayan conocido a aquellos que, cuando eran jóvenes, yo les haya aconsejado mal alguna vez, y ahora comparecerían para acusarme y pedir mi castigo.  Y si ellos mismos no hubieran querido [hacerlo], algunos familiares de ellos, padres, hermanos y otros parientes, puesto que los de su familia habrían sufrido algún mal de mi parte, se acordarían ahora y me acusarían”. 
Además señala, que muchos de los que lo han escuchado están presentes, sin que Meleto  los hubiese ofrecido como testigos en contra de Sócrates.  Muy por el contrario, dice Sócrates, “todos están dispuestos a socorrerme”.
Sócrates también es acusado del delito de falta de devoción hacia los dioses patrios o tutelares del estado ateniense, cuyo culto estaba en la base de la religión oficial.
Sócrates se defiende magistralmente de estas acusaciones por medio de la dialéctica, demostrando la falsedad de estas acusaciones, hablando con Meleto, quien lo había acusado,  dejando en claro que el cree en las divinidades al decir: “si creo en demonios, como dices, y si los demonios son cierta [clase] de dioses, es como digo, que haces enigmas y bromeas al decir que yo no creo en dioses, pero en seguida nuevamente que creo en dioses ya que creo en demonios”. 

La defensa ante las viejas acusaciones
Las viejas acusaciones se vinculaban con indagar impertinentemente las cosas subterráneas y celestiales, y de hacer pasar por más fuerte el argumento más débil, y enseñar a otros estas mismas cosas. 
Sócrates en su defensa, no acepta ser considerado un filósofo de la naturaleza, dado que dice que de esas cosas no sabe nada, ofreciendo como testigos a los mismos asistentes a la asamblea, para que digan si lo han escuchado hablar alguna vez sobre esos temas.
Además, se lo acusaba de educar a los hombres haciendo fortuna con ello, una práctica común de los sofistas. “Nada de eso es verdad”  dice Sócrates al rechazar esa acusación, al decir que no recibe pago alguno por lo que hace y también se defiende al decir, que no es capaz de enseñarle a alguien. 
En el discurso de Sócrates, si bien no acepta que desarrolla la misma actividad que los sofistas, no se observa un rechazo a la tareas que éstos realizaban. 
Sócrates pensaba que él tenía una misión que cumplir, que lo lleva a buscar conocimientos interrogando a todos aquellos que tienen conocimientos en algún campo, como ser los políticos, los poetas y los artesanos. Para cumplir esta misión, recorre diversos lugares haciendo constantemente preguntas, lo cual despertó el odio de muchos de sus contemporáneos.
Luego de esos interrogatorios, Sócrates llega a la conclusión que comparada con la sabiduría divina, la sabiduría humana es limitada.  Por ello, Sócrates se compromete con lo que considera es su misión: mostrarle a los hombres lo limitado que es su saber. 
El método socrático no era utilizado para enseñar, sino más bien, era un instrumento para hacer que los hombres de la Grecia de ese tiempo, tomaran conciencia de las  limitaciones de sus conocimientos.  Sócrates estaba en la búsqueda del concepto, es decir tratar de saber porque algo es lo que es y no es otra cosa. 

La filosofía de Sócrates es un llamado a los hombres, a que hagan introspección a que cada uno se conozca a sí mismo.  Sócrates consideraba que estaba al servicio del dios, a la vez de que era consciente de que atrajo hacia él, “la enemistad de parte de muchos”. Además, considera a la búsqueda del conocimiento como una virtud, considerando por el contrario que caer en la ignorancia es caer en el vicio.  Para Sócrates la maldad es fruto de la ignorancia.  

Lo más valioso en la vida de los hombres
“Atender intensamente a su alma, de modo que llegue a ser perfecta”. Una frase de Sócrates en 30b, dirigida a los jóvenes y los ancianos, que pienso que resume muy bien su pensamiento.  Para bien del alma, el hombre debe resguardar su honor, comprometerse con búsqueda y la defensa de la verdad, la perfección, la dignidad.  
Estos valores son para Sócrates de una importancia tal, que prefiere morir antes de obrar en contra de esos valores.  Sócrates dice que no hay que temer a la muerte sino al deshonor, pues dice “Nadie conoce  la muerte”.  Por lo que no tiene sentido entonces, temer a algo que no se sabe lo que es.  
Sócrates no ve en la muerte ningún mal,  ya que la muerte, o una de dos: o es un absoluto anonadamiento y una privación de todo sentimiento, o es un tránsito del alma de un lugar a otro.
Por lo tanto, para Sócrates el vivir con honor debe regir el obrar del hombre, que debe ser digno en todas las circunstancias. En cambio, para Sócrates sería un deshonor no cumplir con su misión, considerando que no le será fácil a los atenienses encontrar a otra persona capaz de cumplir la misión con la que tan comprometido estaba Sócrates. 
Por eso Sócrates dice “Yo los respeto, señores atenienses, y los estimo, pero he de obedecer al dios antes que ustedes”. Dejando en claro que no va a dejar de filosofar y aconsejar, la misma convicción que siglos después tendría el Apóstol Pedro ante el Sanedrín al decir “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5, 29) quien también con esta frase deja en claro que no va a abandonar su misión, exhortando a los atenienses a que reflexionen sobre la “sabiduría, la verdad y el alma”.  
Por eso Sócrates es un pionero, en el servicio al dios y a la verdad, hasta las últimas consecuencias y defendiendo su honor, lo que lo llevó a no pedir conmiseración a los jueces y a no considerar la posibilidad de cumplir con otro tipo de pena, que no sea la muerte, por eso sentencia “lo difícil no es evitar la muerte, sino mucho más difícil es [evitar] la bajeza”…”Y ahora yo me marcho, condenado a muerte por ustedes, pero ellos han sido condenados por la verdad por depravación e injusticia”.  
Sócrates deja como legado, la convicción en el servicio al dios, el valor supremo que tiene el alma humana por ello recomienda su cuidado y la importancia de obrar con justicia, en toda circunstancia, como forma de que el alma alcance la perfección porque “es malo y vergonzoso obrar injustamente”.

Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina

Comentarios

Entradas populares