Platón y su teoría sobre el alma
Platón apelativo que significa "de espaldas anchas", tenía como verdadero nombre: Aristocles. Vivió entre 427 y 347 A. C.. La mayoría de los historiadores indica que nació en la ciudad de Atenas, aunque hay quienes señalan que nació en Egina.
Platón fundó la Academia, que continuó funcionando despues de su muerte y hasta el año 529 de la Era Cristiana, cuando el emperador Justianiano decició cerrarla. Al producirse la muerte de Platón, la Academia quedó a cargo de su sobrino Espeusipo.
Dice Julián Marías, que Platón se caracterízó por buscar el ser de las cosas. En el pensamiento de Platón, las cosas propiamente no son. Por ejemplo, si tomamos una hoja blanca, ello no significa que sea verdaderamente blanca, en realidad nos remite al ideal de la total blancura. Lo mismo se podría afirmar respecto de si la hoja es rectangular, sus bordes pueden no ser perfectos, sus líneas pueden no ser perfectamente rectas. Es decir, que en Platón las cosas son y no son. Él considera que en este mundo no existe, por ejemplo con el ejemplo de la blancura, nada que sea perfectamente blanco, ni la hoja, ni la nieve, ni las nubes, ni la espuma, etcétera. La hoja podrá tener alguna tonalidad grisásea o amarillenta pero no será perfectamente blanca.
Para Platón, la perfecta blancura está en el mundo de las ideas. Por lo tanto, lo que nos permitirá afirmar que algo es blanco, es el ideal de blancura que nosotros tenemos incorporado en cada uno de nosotros. Es decir, si nosotros al ver un hombre, decimos ese es un hombre, o hacemos porque habita en nosostros la idea de hombre.
En el pensameinto de Platón pues, ppodemos observar al mundo sensible y en segundo lugar el mundo inteligible. El mundo sensible donde están las cosas y todo lo que nos rodea y el mundo inteligible, el mundo de las ideas, donde según afirma San Agustín, habita la misma verdad.
La palabra idea, proviene del grieto "eidos", que significa figura, aspecto; es decir lo que se ve. Quiere decir entonces que en Platón, idea es lo que vemos.
Para él, el ideal de perfección está en el mundo de las ideas. Retomando el ejemplo de la blancura, ésta no se encuentra en el mundo sensible, esta pertenece al mundo de las ideas.
Estos dos mundos de los que habla Platón, aparecen en distintos diálogos.
Me voy a refedir aquí al Diálogo de Fedro, que según Copleston, pertenece a la etapa de maduréz de Platón.
Los diálogos de Platón se pueden clasificar de la siguiente forma: 1) Diálogos Socráticos, dedicados eminentemente a mostrar cual esra el pensamiento del gran maestro de Platón que fue Sócrates, 2) Diálogos de Transición donde comienza a aparecer el pensamiento de Platón, 3) Dialogós de la Madurez, en donde autores como el británico Coplestón indica que ya aparece nítido el pensamiento de Platón y 4) los Diálogos de la Senectud.
En el Diálogo de Fedro podemos ver como se descubre al mundo sensible y el mundo inteligible, pero además podemos descurbir cual es la teoría sobre el alma de Platón.
En Fedro, Platón relata el mito del carro tirado por dos caballos alados que son conducidos por un cochero. Platón utiliza este relato para hablarnos del alma. En las almas divinas los caballos son dóciles y son bien conducidos por el cochero y circulan sin inconvenientes por el espacio supraceleste. Pero en las almas humanas, las situación es distinta: hay dos fuerzas opuestas que Platón represanta con un caballo blanco y con un caballo negro.
La confluencia de estas fuerzas dificulta la conduccción del cochero y lleva a que el alma observa con dificultad el mundo de las ideas; esta puja termina con la caida del carro a tierra.
Para Platón, esto significará que el alma se corporízará en un hombre; puest Platón considera que sólo aquel que ha contemplado las esencias puede encarnarse en un hombre.
El alma que ha caido, evidentemente ha perdido las alas, sólo le quedan muñones lastimados que revolotean y se entusiasman cuando ven las cosas porque ello le remite a aquello que ha visto en el mundo celeste.
Para Platón entonces, conocer es recordar, es decir, que cuando un ser humanos ve algo se produde la anamnesis, dado que para Platón no se conoce mirando hacia el exterior sino a la inversa, lo objetos exteriores sólo nos remiten al ideal que cada persona humana lleva grabada en su interior y que lo eleva a aquello que ha contemplado cuando transitaba las esferas celestes.
Por lo tanto, Platón considera que el hombre es un ente caido de la esfera celestial. Además, se puede ller en Fedro que "toda alma es inmortal" porque Platón cree en la inmortalidad del alma.
En el diálogo de Fedro, se pueden identificar cuales son las tres partes del alma: 1) la parte conscupiscible que se inclina hacia lo sensual y hacia las pasiones innobles, que está simbolizada por el caballo negro; 2) la parte irascible, la de los afectos y las pasiones nobles; y 3) la parte racional.
La parte irascible está reflejada por el caballo blanco y la parte racional por el cochero. Observa Julán Marías que cada una de las partes, deben estar regidas por una virtud que las controle.
La parte concupiscible necesita moderación, por ello necesita de la virtud de la templanza. La parte irascible, la de los afectos necesita fortaleza. La parte racional, que tiene que conducir a las otras dos partes, necesita de la prudencia. Cada una de estas partes conforman una unidad, que debe estar regida por la virtud suprema que es la justicia.
Platón dice en Fedro, que sólo aquellas almas que obren justamente, tendrán luego un destino más alto. Coplestón interpreta que el ideal de justicia nos lleva al Bien y Principio Supremo de las cosas, que es quien contiene el verdadero ideal del alma humana y de todas sus virtudes. Copleston ve en el Diálogo de Fedro, una enseñanza étifca que apunta a demostrar la necesidad de que la parte racional, sea la que debe conducir a las otras dos partes. Asimismo, entiende que Platón, ha querido transmitir a través de este diálogo, que toda alma es inmortal.
Para Platón, es de origen divino todo lo bueno, bello y verdadero. Por eso la inteligencia humana, debe alimentarse de todo lo que es bueno, bello y verdadero para fortalecer las alas del alma.
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